No había suerte, menos aún fortuna. Al proscrito ya se le había agotado las últimas monedas que muy criticadamente había obtenido de sus andanzas. Era hora una vez más de actuar para vivir. Él era un foráneo donde fuera que él fuera. No se sabía de dónde venía o para dónde iba. Era conocido por ser un habilidoso con las palabras para estafar a cualquier adinerado que se cruzara por su camino y para encantar a mujer que se cruzará por sus ojos. Por fin llegó al pequeño pueblo de Selpan. Era un pueblo lleno de los más adinerados de la Nación y escaso de juventud.. El lugar perfecto para el foráneo...Sabía que era más fácil timar a los viejos que pasar desapercibido por algún taimado joven. Escondido entre las sombras aguardaba a su próxima víctima. Por fin se acercaba alguien a lo lejos... el proscrito logró divisar una figura que por su forma era femenina.
-Mejor aún- exclamó con suspiro.
Que mejor escenario que un camino solitario y una vieja adinerada. Esperaba con ansias mientras ideaba un plan de cómo estafar a la anciana que con mayor velocidad se acercaba. Esa misma velocidad fue lo que le causó mayor preocupación. No había visto a mujer alguna caminar con tanta prisa y agilidad; y lo peor, para él, era que entre más se acercaba, menor era el tiempo que tenía para maquinar el plan. Así que temiendo el fracaso corrió apresurado hacia un árbol para esconderse y pasar desapercibido. Entre más cerca estaba la mujer, mejor pudo él determinar que no era una anciana sino una muy sensual joven la que se acercaba. Era la hija de un importante caudillo. Si había algo que a lo que el proscrito no se podía resistir era ver una potencial víctima para sus fechorías y la sublime belleza de una mujer y ella habría de ser la creadora de la belleza. Así lo pensó él.
Cuando justo ella pasaba por el árbol, él se tiró como fruto maduro del ramo en el que estaba. Ella ni se inmutó... Permaneció inmóvil por unos segundos y de pronto se dio vuelta y lo volvió a ver directo a los ojos. Sorprendido por la belleza de la mujer, quedó estático como un roble viejo. Sus ojos eran grandes y saltones con el color más bello de la naturaleza, sus labios los más excitantes que la diosa Venus pudo crear. Su cuerpo era hecho por el mismo artesano que habrá hecho el cielo. Era ella así y estaba al frente de él. Nunca se sintió tan nervioso en su vida y ella lo notaba. Así que ella camino hacia él.. levantó su mano derecha y la puso detrás de la cabeza del proscrito y con fuerza de atracción puso su rostro de frente al de él. Mientras temblaba, ella le suspiraba y en lo que duraba en abrir sus ojos para darle fin al efímero pestañeo que gritaba ante tantas tensión, ella lo besó como si quisiera hacerle creer que lo amaba. No duró ni un minuto ese inesperado beso. Él quedó incrédulo de lo que pasó a la expectativa de lo que pasaría después. Ella sólo se apartó. Dobló su cuerpo como las manecillas del reloj; de las 6 pasó a las 12 y sólo le dejó a él la posibilidad de verle la espalda. Y sin mucho ademán le dijo;- hoy el que ha sido robado has sido tú. Me llevo tu corazón y tu mente-. Y lentamente se marchó..